¿Sientes que vas en piloto automático? Puede que hayas perdido la perspectiva, el rumbo, tus objetivos, o simplemente has caído en la rutina y necesitas un cambio.
Puede que sencillamente hayas llegado a un punto en el que tu mente, tu cuerpo y tu vida en general te están dando señales de que necesitas parar y resetear tu vida para poder seguir adelante.
Hacer una pausa, reflexionar y ponerte a organizar y repasar prioridades puede que sea lo que necesitas en este momento.
Una forma muy práctica de hacer este reset en tu vida es simplificar, y para hacerlo vamos a centrarnos en 6 partes importantes de tu vida:
1. Pertenencias
El primer paso que puedes dar es simplificar tus pertenencias dando una oportunidad al minimalismo. Para empezar a centrarte en tener las cosas “básicas” puedes hacer un repaso de tus pertenencias actuales, hacer limpieza y regalar o vender aquello que no uses y que ya no vayas a usar más, las cosas que no te interesen o no te gusten.
Algunos de los beneficios de practicar este estilo de vida:
- Al centrarte en tener las “cosas básicas”, les prestas mayor atención y las cuidas mejor
- Las pertenencias con las que decides quedarte te aportan más
- Desaparece el agobio por el desorden y consigues paz visual y mental
2. Espacios
Siguiendo con el tema del minimalismo, simplificar tus espacios es un paso imprescindible. Céntrate en minimizar los elementos que forman parte de tus espacios (dormitorio, recibidor, cocina, sala de estar…) y mantenerlo ordenado. Una vez lo tienes todo listo tienes que intentar mantenerlo así.
Una buena idea es ir limpiando y ordenando a medida que vas haciendo cosas. En lugar de esperar al domingo a tener toda la casa patas arriba y tener que perder horas y horas en volver a dejar la casa ordenada, intenta hacerlo durante el día a día. Coloca la ropa en su sitio cuando no la uses o la saques de la secadora, deja recogido el escritorio cuando termines de trabajar, recoge la cocina mientras la comida está en el horno, coloca en su lugar los productos que usas después de la ducha… Esa clase de cosas.
La primera vez puede costarte más, pero si lo vas practicando un poquito cada día llegarás a integrarlo en tu rutina diaria, no perderás tanto tiempo, podrás estar más tranquila y relajada y podrás dedicar ese tiempo a lo que te apetezca.
3. Productividad
Repasar y simplificar el concepto que tienes de productividad sin duda es algo necesario. No es sano pensar que tienes que ser “productiva” todo el tiempo, todos los días en todo momento.
Debes definir qué es para ti la productividad. Eres tú la que debe decidir en qué momentos tienes que ser productiva y en qué momentos no.
No se trata de estar haciendo cosas todo el tiempo y estar siempre ocupada, sino de hacer algo que te vaya a dar un resultado, que te vaya a acercar a tus objetivos (sean los que sean).
4. Alimentación
En el momento en el que tienes muchas tareas que hacer, el tema de la alimentación y las comidas puede llegar a ser abrumador, y no podemos quitarle importancia.
Simplificar las comidas implica acciones como escribir una lista de platos que sepas cocinar y lleven poco tiempo, decidir por adelantado qué vas a comer durante los próximos días o cocinar y dejar los platos listos para la semana.
Todas estas acciones te ayudarán mental y físicamente ya que te ayudarán a ahorrar tiempo y dinero y te ayudarán a mantener una alimentación sana y equilibrada.
5. Lista de tareas
Te propongo reducir tu lista de tareas diaria y centrarte en 3 tareas principales. Repasa tu lista interminable y destaca las 3 tareas que te parezcan más importantes para ese día y céntrate en ellas.
Si un día ves que esas 3 tareas son demasiado grandes como para abordarlas en un mismo día o te sientes muy abrumada, focaliza en una sola cosa, no pasa nada. Muchas veces nos auto-exigimos demasiado y cuando no cumplimos al 100% vienen todos los males, pero debemos ser conscientes que depende de nosotras mismas.
Empieza por la primera tarea y hasta que no la hayas tachado de tu lista no pierdas el foco.
6. Hábitos
Estaremos de acuerdo en que proponerse hacer muchas tareas al mismo tiempo no suele tener un buen resultado. Algo parecido ocurre con los hábitos y rutinas.
En muchas ocasiones tendemos a complicarnos y nos proponemos mejorar en muchas áreas de nuestra vida a la vez. Intentar iniciar muchos hábitos nuevos de golpe puede ser contraproducente, ya que llegar a todo a la vez suele ser más difícil de lo esperado, nos saturamos y al final no hacemos nada.
Realiza un ejercicio de reflexión y elige un hábito con el que empezar y en el que centrarte durante los próximos días. No te preocupes por el siguiente hábito hasta que no hayas conseguido integrar el primero en tu rutina. Te será más fácil conseguir ver resultados duraderos y la sensación de saturación desaparecerá.
Escucha tu cuerpo, presta atención a las señales que recibes en el día a día, y si tienes que parar y resetear, hazlo. Presta atención a lo que haces durante todo el proceso y disfruta de los resultados, porque los conseguirás. Para, resetea, vive.
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